PING, MIZUNO, ADAMS, CLEVELAND, SRIXON, CALLAWAY, AMF, ETONIC, BAG BOY.

PRINCIPAL

MASTER 2012

 
BUBBA WATSON CAMPEON

Blanco impoluto. Gorra blanca. Polo blanco. Pantalones blancos. Zapatos blancos. Todo con un toque de rosa. Las letras de la gorra. Las del cuello del polo. El cinturón. Algún que otro pin. La varilla y la cabeza de su drive. Blanco y rosa. The Pink Panther. Pero lo mejor era el motivo oculto, la razón por la que Bubba Watson, que ya vistió de camuflaje militar en el pasado US Open, decidió jugar así. Un acto que tendrá una mayor repercusión con él vestido de verde, con la chaqueta que lo confirma como el campeón del Masters de Augusta y que en 2012 es menos verde y más rosa.


Bubba Watson, de nombre Gerry, como su padre, es un tipo querido. De profundas raíces protestantes, su cuenta de Twitter echa humo con sus bromas y sus vídeos. El más famoso de ellos fue el que protagonizó junto a Ben Crane -autor de la idea-, Hunter Mahan y Rickie Fowler. Todos ellos le esperaban en el green del hoyo 10, el segundo hoyo de desempate que necesitó ante el sudafricano Louis Oosthuizen para conquistar Augusta. Todos ellos se abalanzaron sobre él, se fundieron en un abrazo y dejaron paso a su madre, la viuda de Gerry, su padre, antes de que volase a casa para encontrarse con su mujer y con su primer hijo, Caleb, adoptado el 26 de marzo.
Una semana emotiva que, amén de la chaqueta verde, tendrá un trasfondo social, solidario. La razón de la vestimenta de Bubba Watson no es otra que la de recaudar fondos junto a la marca de ropa deportiva Travis Mathew para la fundación 'Fresh Start'. El importe de venta de cada una de las prendas que Watson ha vestido esta semana se dirigirá a las diferentes intervenciones quirúrgicas en niños con problemas físicos. Pero no termina ahí. Después de vender 100 lotes del mismo polo y el mismo cinturón que ha usado Watson, Travis Mathew donará otros 50.000 dólares a la fundación californiana City of Hope, centrada en la investigación sobre el cáncer.
Fue precisamente el cáncer lo que se llevó a Gerry, padre de Bubba, a finales de 2010 y, por eso, Gerry, hijo, apodado Bubba, alcanzó un acuerdo con su proveedor de palos -PING- por el que usaría una varilla y una cabeza rosa y la empresa destinaría 300 dólares por cada uno de los drives de 300 yardas (275 metros) o más que el jugador de Florida golpease a lo largo de la temporada. Todo buenas razones para apoyar a Watson. Más si cabe después de que Phil Mickelson y Matt Kuchar, los otros dos estadounidenses en lo alto de la clasificación, se quedarán sin opciones de victoria.
Bubba Watson tiene mucho que celebra, mucho por lo que dar gracias a Dios, pero lo suyo le costó. Sufrió hasta decir basta, peleó como un jabato y se enfrentó a un grupo largo de hasta 15 jugadores por el triunfo más disputado de los últimos años. Su cara de concentración era digna de estudio, igual que sus escapadas con el drive por mucho que después siempre lo arreglase con algún golpe genial. Y eso que con sólo dos hoyos jugados parecía Louis Oosthuizen sería imbatible.
En 1935, en el segundo Masters de Augusta, Gene Sarazen logró 'el golpe que se oyó en todo el mundo'. Un albatros en el hoyo 15 y en la jornada del domingo. Fue el primero de la historia de Augusta, pero no el último. De hecho, Oosthuizen logró el cuarto. Con un hierro cuatro en las manos voló 240 metros para que su bola rodase mansamente dentro del hoyo dos, el primer cinco del campo. Su liderato se fue hasta 10 golpes por debajo del par y su empeño por no cometer errores le dirigía directo a su segundo título de Grand Slam. Pero un major no se gana a la defensiva.
En Augusta se escuchó la trompa del séptimo de caballería. Incluso se pudieron escuchar los cascos de los caballos cada que vez Bubba Watson reventaba la bola con el drive. Al ataque, sin tregua, sin concesiones, inmune a los errores. Uno tras otro llegaron los aciertos y con cuatro birdies consecutivos entre los hoyos 13 y 16 igualó la contienda en lo más alto mientras el resto de rivales se quedaban por el camino. Primero Peter Hanson, después Ian Poulter, más tarde Lee Westwood y finalmente Phil Mickelson.
Ninguno llegó al nivel de Watson y Oosthuizen, embarcados en un math-play particular entre ambos en los dos últimos hoyos, pues compartían encuentro. Ni un fallo en el 17. Ni un error en el 18. Tampoco erraron cuando repitieron el 18 en lo que suponía el primer asalto de la muerte súbita. Pero, cosas de la vida, ambos fallaron en la salida del hoyo 10, a la postre el definitivo para conquistar la chaqueta verde.
Ambos se fueron por la derecha. Uno, el sudafricano, al rough tupido, muy corto por la derecha. El otro, el americano, mucho más largo, rodeado de árboles y también por la derecha. Impensable que Oosthuizen se quedase corto con ese albatros en la memoria colectiva. Imposible que Watson la pusiera en el green con un blaster por encima de los árboles. Pero, los imposibles ocurren. El sudafricano no llegó y Bubba la puso en el green. El sudafricano falló el approach y Watson, de blanco y rosa, conquistó el Masters menos verde de la historia
 

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